A las nueve de la tarde, con el sol buscando la recta final del día por encima de la línea que marca la ría Carreras, los isleños que se dieron cita en la Eucaristía en honor a la Virgen del Carmen, volvieron a vivir ese tiempo atemporal, que hace posible lo terrenal con lo celestial, mediante la Santa Misa.
Carlos Javier, un párroco experto en sagrada escritura, y tocado por la mano de Dios, vino a desarrollar un evangelio en el que Jesús se da de bruces con la realidad cuando contempla entristecido que su pueblo no ha descubierto al verdadero Dios que en su persona se halla.
A lo largo de su homilía, este joven sacerdote, nos pone al alcance de nuestro conocimiento, que Dios nos ama por encima de cualquier cosa o circunstancia. Sencillamente porque Dios es amor. Pasa ese amor por su Madre, María del Carmelo, patrona de los hombres de la mar, motivo y causa de ese ya. Ese amor que lo deja patente cuando muestra, a través del Padrenuestro, el perdón que nuestros pecados requieren, porque Cristo, Dios, sabía de nuestras debilidades.
Le ayudó en la celebración de la Eucaristía el diácono Fernando Osés.
En un lugar del que nunca nos cansaremos de alabar, la crónica no es necesaria porque va implícita en el propio ambiente netamente marinero. Sobre el fondo del altar, el azulejo dedicado a la Virgen del Carmen, arropado con los sin pecados de todas las hermandades isleñas, lo dice todo. El coro de la parroquia de Los Dolores, cada día canta mejor y ofrece al paisaje marino y mariano el aroma de esa oración cantada que llega a lo alto. La Salve marinera final, resultó bellísima con sus modificaciones añadidas.
Se ha notado el presente año un menor número de asistentes. Pero ello puede deberse a una menor información. De todos modos esta Eucaristía fue testigo del cambio político nacido del 24 mayo. La corporación saliente y la entrante asistieron a la Santa Misa. Y podemos decir que esta cita con la fe, produjo una bendición; de acción de gracias por los que ejercieron su mandato; y de súplica por los que ahora se enfrentan a un reto nuevo en el servicio a la comunidad.
Que a unos y otros, Dios ponga bajo su mirada. Y la Virgen del Carmen nos cubra con su manto.
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